28 de septiembre de 2012

Si las calles hablaran


Ani nació un domingo por la mañana, a pesar de ser un dia hermoso su destino estaba marcado para no serlo.

Ella nació en el seno de "una familia" por demás humilde, tanto que su propio nacimiento fue en la vía pública, su padre fue el amor de una noche que jamas volveria y su madre de corta edad que apenas conseguía sustento para ella misma, a veces buscando mendrugos en la basura, otras de la caridad que algunos le ofrecían.

Ani con el pelo negro como la noche creció al lado de su madre quien falleció enferma de los pulmones en una noche fría de diciembre se transformó en un ser bello, delgado, por el hambre y por su propia fisonomía, con ojos color abellana muy expresivos.

Con el paso del tiempo tubo con que buscar el sustento igual que su madre, repitiendo el esquema de desesperación por el hambre, arriesgandose a robar un mendrugo de pan en la primer oportunidad y ser despreciada por aquellos más afortunados.

Un dia tuvo a bien entrar en una tienda de autoservicios, había comido un pedazo de pizza que alguien tiro medio mordisqueado, solo buscaba guarecerse de la lluvia pero en cuanto fue descubierta por el policía de seguridad privada fue forzada por medio de agresiones para que se alejara, alguien se indignó pero sin el valor de meter las manos, los otros permanecieron indiferentes ante la escena.

En otra ocasión cercana a las fiestas patrias, dormía entre unos periódicos viejos buscando mantenerse caliente del frío que la reciente lluvia había traído, cuando unos jóvenes medio ebrios arrojaron junto a ella una “paloma”, no la habían visto y pensaron que solo era un montón de basura que alguien había dejado ahí, desde entonces su oído no fue el mismo.

Como todo en la vida no todo son problemas, después de haber sido mojada por un vehículo que pasó sobre un charco llegó a un restaurante en donde una pareja estaba comprando un poco de comida para llevar, cuando derrepente Arturo tropiezo con una botella que alguien habia tirado a media acera dejando caer el recipiente de comida al piso y cuyo  contenido quedó desparramado, ese día Ani comió hasta quedar satisfecha, más tarde encontró unos cartones en un callejón donde pudo pasar una cálida noche en compañía de otros como ella.

Su lugar favorito era el parque, ahí podía encontrar comida que muchos desechaban o incluso tiraban por estar jugando y aunque muchos la veían con asco o desprecio de  vez en cuando algún niño que se compadecía le obsequiaba algo más que solo una sonrisa.

Era un domingo por la mañana, las salidas de la ciudad estaban con muy poco tráfico ella estaba caminando por la orilla de la carretera en busca de un mejor lugar, quizás un sitio donde no la vieran con desprecio por su condición tan humilde, un lugar en donde un policía no la molestara sólo porque alguien le dijo “saquela de aquí porque me da asco”, un lugar en donde el agua de lluvia no sepa a aceite de motor.

Ella cruzó la carretera pero no lo vio venir, un auto azul circulaba con exceso de velocidad el conductor maniobró golpeando contra la barrera metálica que iniciaba en la orilla del camino, aun con esto no pudo evitar golpearla.

Jesús bajó del vehículo realmente asustado y con la terrible incertidumbre de haber matado a Ani, vio su vehículo y noto que a pesar del daño el autómovil  caminaría sin mayor problema, Ani yacía a unos metros con su miembro inferior izquierdo fracturado y aturdida por el golpe.

Jesús se acercó a Ani con lágrimas en sus ojos pues era idéntica a un ser querido con quien vivió desde su infancia y había fallecido una semana atrás por un problema de diabetes.

Ahí estaban uno frente del otro, una suplicando por el agonizante dolor de un miembro fracturado y el otro, un humano atónito por la ominosa escena.

Ani, una perrita negra criolla con cierto aire de galgo, desnutrida y llena de pulgas por la cual difícilmente alguien tendría piedad, Jesús tomó una decisión

¿Qué decisión tomarías tú?


2 comentarios:

Carlos dijo...

Todas estas cosas que suceden, es porque la gente estúpida expulsa a sus perros a la calle cuando crecen y ya se hartaron de ellos.

Gente, los perros no son objetos de los cuales podamos prescindir, son seres vivos, ¡por favor!, ¿o que?, ¿a ustedes les gustaría dormir en banquetas y comer de la basura?

lunanemrac dijo...

Los seres humanos olvidamos con frecuencia que mo somos los únicos seres vivientes en este planeta, eliminamos oportunidades de otras especies para vivir, por mantener nuestras comodidades, pero a la larga, nosotros también perdemos.