31 de enero de 2013

Que la fuerza del pueblo te acompañe SME



Dejando de lado el marco jurídico del tema de LyFC, debemos analizar el marco social que tiene este asunto.

Por un lado tenemos a un grupo al que se le acusa de ladrones, flojos, ineptos, parásitos sociales etc, por lo que en cuanto les robaron su empleo muchos festejaron.

Por el otro lado tenemos a los empleados que fueron violentamente despojados de su empleo, algunos a días de jubilarse, otros que al formar una familia (no simbólica) al encontrar el amor en algun compañero de trabajo quedaron sin ingreso alguno, etc.

Y en un tercer punto tenemos todos los pequeños negocios que fueron afectados por el cierre de la empresa, como lo son los expendios de alimentos como pueden ser: tacos, tortas, garnachas, comida corrida, etc, o bien negocios más grandes como las sucursales bancarias cuyo nivel de actividad descendió. Todo esto lleva a la consecuencia de la baja en la economía alrededor de las instalaciones de LyFC y puede que en la Ciudad de México esto no sea un hecho tan notorio pero en lugares como Necaxa, Puebla, se puede observar un velo de luto en el bolsillo de sus habitantes.

Para los primeros que se mencionan en este texto, es claro que al día de hoy aun no entienden la relación que hay con su bolsillo y 40 mil humanos con ingresos fijos pasando a ser 40 mil desempleados pensando en cómo van a alimentar a su familia. Dicha relación puede ser directa como la del tercer punto o bien forma indirecta como en el caso de los afectados en el tráfico por las manifestaciones o al disminuir su poder adquisitivo gracias al clásico efecto dominó de la economía.

Esa relación que no es visible a primera vista lo que hace aún más alarmante el hecho de que algunos aplaudieron la decisión de extinción por el solo hecho de que sus empleados tienen excelentes prestaciones sindicales, algo que curiosamente muchos buscan en una fuente de empleo y que gracias a la reforma laboral, es ahora más difícil de conseguir, aplaudieron que quitaron del cargo a un flojo que se atrevía a desayunar una torta de tamal cuando hay empleados que sólo tienen 15 minutos de descanso en una extenuante jornada superior a las 8 horas marcadas por la ley, en resumidas palabras “si yo soy infeliz tu no puedes ser feliz”.

Dicha actitud es socialmente autodestructiva  pues implica que en lugar de imitar el ejemplo que nos llevará a mejores condiciones de vida o en este caso laborales, debemos igualar las condiciones más deplorables a las que puede estar sometido alguien.

Es verdad que no eran los empleados  “modelo”, sin embargo ese es un problema que no se resuelve erradicando las ya escasas fuentes de empleo, sino cambiando esta absurda actitud personalista que como sociedad nos corroe y de la cual forma parte el “si yo soy infeliz tu no puedes ser feliz”.

Hoy vemos con terrible pesar que el gobierno del priista Enrique Peña Nieto al permitir esta atrocidad de la Suprema Corte, cometerá iguales o peores errores que los cometidos en la administración pasada y bueno, ¿que podíamos esperar de alguien que no es capaz de citar 3 libros?

Solo nos queda defender cada quien en su trinchera los pocos derechos que nos quedan, supervisar a los altos mandos del gobierno tanto local como federal para que cometan los menos errores posibles pues son ellos los que con su ineptitud deterioran el sistema hasta llegar a las bases.

¿Qué haces cuando ves las barbas de tu vecino cortar?

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