Ani nació un domingo por la mañana, a pesar de ser un dia hermoso su destino estaba marcado para no serlo.
Ella
nació en el seno de "una familia" por demás humilde, tanto que su propio
nacimiento fue en la vía pública, su padre fue el amor de una noche que
jamas volveria y su madre de corta edad que apenas conseguía sustento para
ella misma, a veces buscando mendrugos en la basura, otras de la caridad
que algunos le ofrecían.
Ani
con el pelo negro como la noche creció al lado de su madre quien
falleció enferma de los pulmones en una noche fría de diciembre se
transformó en un ser bello, delgado, por el hambre y por su propia
fisonomía, con ojos color abellana muy expresivos.
Con
el paso del tiempo tubo con que buscar el sustento igual que su madre,
repitiendo el esquema de desesperación por el hambre, arriesgandose a
robar un mendrugo de pan en la primer oportunidad y ser despreciada por
aquellos más afortunados.
Un
dia tuvo a bien entrar en una tienda de autoservicios, había comido un
pedazo de pizza que alguien tiro medio mordisqueado, solo buscaba
guarecerse de la lluvia pero en cuanto fue descubierta por el policía de
seguridad privada fue forzada por medio de agresiones para que se
alejara, alguien se indignó pero sin el valor de meter las manos, los
otros permanecieron indiferentes ante la escena.
En
otra ocasión cercana a las fiestas patrias, dormía entre unos
periódicos viejos buscando mantenerse caliente del frío que la reciente lluvia
había traído, cuando unos jóvenes medio ebrios arrojaron junto a ella una
“paloma”, no la habían visto y pensaron que solo era un montón de
basura que alguien había dejado ahí, desde entonces su oído no fue el
mismo.
Como
todo en la vida no todo son problemas, después de haber sido mojada por
un vehículo que pasó sobre un charco llegó a un restaurante en donde
una pareja estaba comprando un poco de comida para llevar, cuando derrepente Arturo tropiezo con una botella que alguien habia tirado a media acera dejando caer el recipiente de comida
al piso y cuyo contenido quedó desparramado, ese día Ani comió hasta
quedar satisfecha, más tarde encontró unos cartones en un callejón donde
pudo pasar una cálida noche en compañía de otros como ella.
Su
lugar favorito era el parque, ahí podía encontrar comida que muchos
desechaban o incluso tiraban por estar jugando y aunque muchos la
veían con asco o desprecio de vez en cuando algún niño que se
compadecía le obsequiaba algo más que solo una sonrisa.
Era
un domingo por la mañana, las salidas de la ciudad estaban con muy poco
tráfico ella estaba caminando por la orilla de la carretera en busca de
un mejor lugar, quizás un sitio donde no la vieran con desprecio por su
condición tan humilde, un lugar en donde un policía no la molestara
sólo porque alguien le dijo “saquela de aquí porque me da asco”, un
lugar en donde el agua de lluvia no sepa a aceite de motor.
Ella
cruzó la carretera pero no lo vio venir, un auto azul circulaba con
exceso de velocidad el conductor maniobró golpeando contra la barrera
metálica que iniciaba en la orilla del camino, aun con esto no pudo
evitar golpearla.
Jesús
bajó del vehículo realmente asustado y con la terrible incertidumbre de
haber matado a Ani, vio su vehículo y noto que a pesar del daño el autómovil caminaría sin mayor problema, Ani yacía a unos metros con su
miembro inferior izquierdo fracturado y aturdida por el golpe.
Jesús
se acercó a Ani con lágrimas en sus ojos pues era idéntica a un ser
querido con quien vivió desde su infancia y había fallecido una semana
atrás por un problema de diabetes.
Ahí
estaban uno frente del otro, una suplicando por el agonizante dolor de
un miembro fracturado y el otro, un humano atónito por la ominosa escena.
Ani,
una perrita negra criolla con cierto aire de galgo, desnutrida y llena
de pulgas por la cual difícilmente alguien tendría piedad, Jesús tomó
una decisión
¿Qué decisión tomarías tú?